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Del Venecia al Rastro

Kaydy Cain, probablemente junto con C.Tangana y Yung Beef, ha sido uno de los mayores artífices de la popularidad de la música urbana en este país. 40k seguidores en Twitter, 230k en Instagram y millones de reproducciones en YouTube respaldan su poderío.


Kaydy Cain comenzó desde muy joven en el mundillo de la rap. "A mí me hubiera encantado tener buena voz y saber cantar bien, por eso fue por lo que empecé a rapear. Era la forma más fácil que tenía para contar mis historias... ¡Sin gallos!" explicaba en una entrevista para Improvistas. Sin embargo, sería su versatilidad con el trap y el reggaeton lo que le ha llevado a triunfar y a actuar en distintos países latinoamericanos como Argentina, México o Chile. Incluso esta noche de sábado ha presentado su show en la emblemática ciudad italiana de Venecia.


Los inicios de Kaydy se desarrollaron en Carabanchel con el nombre de Dani Gómez. "En mi barrio no sobraba pasta (...) hijos con más dinero que su padres madrugan para robar y lo llaman trabajar. En el barrio falta curro y sobra droga", señala en la canción 'Gracias Madre'. En otro tema, esta vez de otoño del presente año, comentaba sobre esos comienzos: "Yo en la mierda me he criado, he crecido, he salido y he sobrevivido. Ahora vivo bien".

"Crecí en Madrid pero ahora vivo en la playa (...) para los que nos hemos criado entre ladrillos esto es un lujo", afirmó Kaydy Cain durante su estancia en Barcelona. En la actualidad, el joven cantante ha vuelto a su barrio de toda la vida, en Carabanchel: "Vivo al lado de mi madre, me he cogido el piso en la calle paralela. La veo todos los días: subo a comer, me trae zumos naturales...".


El mismo que antaño tenía firmado un contrato con la multinacional Sony hoy presume de usar el metro de forma habitual. "Voy en metro porque puedo permitírmelo, a ti te da miedo que te vea la gente", comentaba en una canción haciendo referencia a otro cantante que, se sobreentiende, tiene más reparo por mostrarse en público. A Kaydy Cain no se le ha subido la fama a la cabeza.


Su naturalidad y espontaneidad no se queda ahí. Si uno piensa en los quehaceres de un reggaetonero un domingo cualquiera, probablemente se imagine a una rockstar tratando de sobrellevar la resaca de una noche interminable. Sin embargo, llama la atención nueva ocupación de Kaydy Cain en las jornadas dominicales. Junto a amigos y compañeros de micrófono lleva un puesto de venta de ropa en el Rastro. Desde las nueve de la mañana hasta pasadas las dos y media de la tarde.

Su relación con la moda le viene de lejos. "Yo antes de vivir de la música me tiré casi un año viviendo de hacer unas camisetas que, quieras que no, me daban un sueldo al mes. Nosotros cogíamos Hermès, Céline... en la época en la que ni se conocían casi esas marcas y en vez de poner Paris, poníamos Pirris... Ahora hemos cogido la de Balenciaga y le hemos puesto Balgame con el mismo logotipo. Me gusta y me entretengo", explica en una entrevista.

Servidor vivió en primera persona el tinglao que montan allí todos los domingos. Una ristra de ropa vintage y de camisetas de merchandising de sus obras musicales lideraban la variada colección que se oferta. Un sinfín de jóvenes que, a juzgar por su apariencia, al día siguiente tienen instituto, inundaban la calle de la Plaza Vara de Rey. Incluso algunos padres se acercaban al puesto recelosos, sabedores que es su música la que impera en los reproductores de audio de sus hijos.

Mientras tanto Kaydy Cain se movía como pez en el agua. Lejos de mostrarse agrio o desabrido, el de Carabanchel accedía a sacarse fotografías con todo el mundo, gastaba bromas y rebajaba el precio de las prendas si se adquiría más de una pieza. "¡5 euros por foto!" dijo uno del staff mientras reía. A lo que Kaydy contestó "5 euros no, pero si que estaría bien tener una bolsa verde, aunque no sea de nuestro puesto, ¡hay que comprar en el Rastro!". Hace poco se publicó un videoclip en el que se aprecia el ambiente de feria descrito antes.

​​Tras merodear por otros puestos del Rastro, bolsa verde en mano, abandoné la feria pensando en la singularidad de Kaydy Cain. Cuando no está al otro lado del charco para llenar salas en Latinoamérica, Dani se reúne con sus amigos un domingo por la mañana para vender ropa, fotografiarse y charlar con sus fans. Una muestra de normalidad que se escapa de la idea preconcebida de la burbuja en la que viven los artistas famosos.


De los ladrillos de Carabanchel a los canales de Venecia, pasando por la playa de Barcelona. Una trayectoria de éxito que no le ha impedido volver a sus orígenes para estar con los suyos. Kaydy Cain hoy se mueve en góndola y no en metro, pero mañana lo cogerá otra vez para pasar el día en el mercadillo. Genio y figura.

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